Intención electoralista del voto a los 16 años
Edición Impresa: lunes, 19 de noviembre de 2012
No me caben dudas que la propuesta de vota a los 16 años tiene una profunda intención electoralista que favorezca al gobierno de turno. Sea voluntario o no, es una cuestión secundaria.
Si bien la diferencia entre los 16 y 18 años no parece significativa, sí lo es si analizamos comportamientos y conductas de los jóvenes de 16 años. Y no lo digo peyorativamente, ya que podemos observar que son muy vulnerables, por ello lo de adolescente. Así tenemos las profundas dificultades de expresarse, de análisis político serio, haciendo la salvedad de que no generalizo.
Cuando menciono la vulnerabilidad imagino a un puntero político cargando un colectivo con jóvenes de 16 años para llevarlos a votar por su preferencia, a cambio de falsas promesas, obsequios y dádivas y esto cabe para cualquier bandería política.
Creo que darle la enorme responsabilidad a un joven de 16 años para que elija, nada más y nada menos que a quienes conducirán el país, desde cualquier cargo político, es darle, desde mi punto de vista, un despropósito y una irresponsabilidad.
La Presidenta de la Nación llama “pibes” a los jóvenes que se intenta que voten, y si analizamos la palabra “pibes” vemos que se trata de “niños”, “chiquillo”, es decir, ¿está un niño o chiquillo en capacidad de discernir para votar? Rotundamente no, y no se trata aquí de discriminación, sino simplemente de colorar los hechos en su justa medida.
Por otra parte, se hace la comparación de nuestro país con algunos países de Europa. Creo que comparar países que datan del Medievo con nuestra joven nación es un despropósito que no resiste la menor discusión. Hay una gran diferencia cultural, socio-política, trayectoria histórica y antropológica.
Si bien la diferencia entre los 16 y 18 años no parece significativa, sí lo es si analizamos comportamientos y conductas de los jóvenes de 16 años. Y no lo digo peyorativamente, ya que podemos observar que son muy vulnerables, por ello lo de adolescente. Así tenemos las profundas dificultades de expresarse, de análisis político serio, haciendo la salvedad de que no generalizo.
Cuando menciono la vulnerabilidad imagino a un puntero político cargando un colectivo con jóvenes de 16 años para llevarlos a votar por su preferencia, a cambio de falsas promesas, obsequios y dádivas y esto cabe para cualquier bandería política.
Creo que darle la enorme responsabilidad a un joven de 16 años para que elija, nada más y nada menos que a quienes conducirán el país, desde cualquier cargo político, es darle, desde mi punto de vista, un despropósito y una irresponsabilidad.
La Presidenta de la Nación llama “pibes” a los jóvenes que se intenta que voten, y si analizamos la palabra “pibes” vemos que se trata de “niños”, “chiquillo”, es decir, ¿está un niño o chiquillo en capacidad de discernir para votar? Rotundamente no, y no se trata aquí de discriminación, sino simplemente de colorar los hechos en su justa medida.
Por otra parte, se hace la comparación de nuestro país con algunos países de Europa. Creo que comparar países que datan del Medievo con nuestra joven nación es un despropósito que no resiste la menor discusión. Hay una gran diferencia cultural, socio-política, trayectoria histórica y antropológica.
